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La reputación corporativa tras el cierre del Sillicon Valley Bank

Varios días han pasado desde el cierre del Sillicon Valley Bank (SVB), lo cual permite ver el colapso de esta entidad con una perspectiva más calma.

Aunque los efectos se hicieron sentir en instituciones financieras en diversas latitudes, estos quedaron muy atrás de los causados en 2008 por la intervención al Washington Mutual.

En el caso actual, la Corporación Federal de Seguros de Depósitos de los Estados Unidos actuó ante la fuga de depósitos que ascendió a más de 2.000 millones de dólares, luego de una inversión realizada por el Banco para aumentar su liquidez y poder hacer frente a sus compromisos. Evidentemente, este es un fuerte golpe al financiamiento para las start-ups y otras empresas del sector tecnológico.

Los reguladores han dado declaraciones indicando que los fondos están seguros pero que no podrán ser accedidos por los ahorrantes, como es natural en este tipo de intervención.

¿Es esto suficiente para que el efecto contagio se detenga y calme tanto a clientes como a banqueros en todo el mundo?

Además de encontrar otras fuentes de fondeo para este tipo de organizaciones, actualmente la preocupación de empresarios, políticos y líderes del sector se centra en la afectación reputacional y el efecto contagio que esta situación representa. Incluso, con el paso del tiempo, podría llegar a explotar en una crisis de credibilidad bancaria en el ámbito internacional.

Más que ningún otro, el sector financiero basa su operación en la confianza del público y requiere ofrecer seguridad para que ciudadanos y empresas le entreguen la administración de sus finanzas.

Por ello, antes de que se materialice un riesgo, las instituciones financieras deben estar preparadas y haber construido una reputación suficientemente fuerte ante sus stakeholders. Esto permite reducir sustancialmente la posibilidad de corrida de fondos como la sufrida por el SVB.

Sin embargo, esto no es algo que se logre de la noche a la mañana. En palabras de Warren Buffet, líder de Berkshire Hathaway, la reputación es un activo intangible que debe protegerse todos los días. Añade que es tan frágil que se puede perder en cuestión de minutos, aunque haya tomado años construirla.

En Costa Rica, pocas empresas trabajan de manera proactiva en la gestión de su reputación. El nivel de exposición a los riesgos hace que incremente su vulnerabilidad cuando no hay una gestión planificada y orquestada que sirva como un escudo.

La intervención del SVB no generó una afectación directa en la banca nacional, no obstante, representa una alerta. Si uno de los grandes bancos, considerado en 2022 como el 16° más grande de los Estados Unidos y el primero de Sillicon Valley, sufrió esta clase de evento, no es extraño que una situación similar se llegue a concretar en cualquier otra institución financiera.

La reacción de los públicos o stakeholders ante un rumor o una información sofisticada que no saben interpretar correctamente solo pueden combatirse con años de un relacionamiento transparente y de mutuo beneficio. Para ello, la escucha y la incorporación de las expectativas de estos grupos debe ser constante y profunda. Se logra con cambios que integren la reputación en todas las áreas y encajonando esta tarea como una responsabilidad que atañe únicamente a los Departamentos de Comunicación.

La posibilidad de blindar una institución desde el punto de vista reputacional solo puede sustentarse en años de buenas prácticas operativas y una estrategia de comunicación robusta que no disfrace las áreas que deben mejorarse.

No es una fórmula mágica. Es la experiencia de cientos de empresas que han comprobado cómo establecer una relación auténtica y basada en la escucha genera ganancias que van más allá de sus estados financieros. Tiene que ver con ser auténtico, reflejar sus valores y no sucumbir ante el cortoplacismo con el que se trata de operar para no invertir demasiado en algo que tal vez no suceda nunca. Pero ¿y si sucede?

Por ello, la reputación debe medirse, gestionarse y difundirse en todos los niveles de la organización. No podemos “jugárnosla” porque las consecuencias pueden ser trágicas como ya ha quedado demostrado. 

Marcela Muñoz Umaña, Directora Estratégica /MGM Reputation Center 

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